jueves, 28 de julio de 2011

algunas obras de Pintura.





La autora de estas obras: LILIANA SALATINO











martes, 12 de julio de 2011

Miradas

Siempre me impactaron las miradas profundas. Creo no ser el único a quien esto ocurre. Y no solo en la vida real, sino también cuando una actriz, por ejemplo, desempeña una de ellas, no puedo dejar de resaltarlas. Aquí van dos ejemplos, dos mujeres y cuatro miradas.
La primera es María Falconetti en su interpretación de Juana de Arco.
Y la segunda es Irene Papas en Zorba el griego. Obviamente, nada hay que comentar.
Solo ver. Y sentir.
E.S.







martes, 26 de abril de 2011

RAIMUNDO




Raimundo comunicándose con el mundo. Su gesto más distintivo

Una escena del primer encuentro entre Larguirucho y Raimundo

Raimundo es "acompañado" por Larguirucho para comenzar su aprendizaje de buenos modales.

Portada de la revista. Raimundo comparte la mesa

Sí, Raimundo habla.

Raimundo, el niño más terrible de este mundo. Raimundo para todo el mundo. Raimundo para qué has venido al mundo. Así podríamos seguir eternamente formando oraciones que incluyan los sustantivos Raimundo y mundo. Pero las tres aquí transcriptas fueron escuchadas en “Las aventuras de Hijitus”.
Las autoridades del Patronato de la Infancia las dos primeras y el profesor Neurus la última.
Raimundo fue un personaje malvado y cómico que apareció en cuatro ocasiones en los maravillosos dibujos animados que hace tantos años creara el maestro García Ferré.
Su presentación ocurre en el capítulo “Raimundo el terrible” y se trata justamente de eso, de su presentación. Hace las mil diabluras en el patronato donde vive – o se encuentra “alojado” maneja un auto en forma imprudente, choca, queda al cuidado de Larguirucho a quien termina atando a un árbol y se va con el profesor Neurus, a quien le hace explotar una bomba. Luego toma por asalto un cohete espacial para, por fin, terminar preso (sí, pese a ser un niño) Eso no lo detendrá, ya que limará los barrotes y escapará, saludando con su gesto más popular que podemos observar durante todo el capítulo: sus balbuceos, y sacadas de lengua con manos en las orejas en forma de burla (primera foto). Esa comiquísima manifestación, también la harán Hijitus, Neurus y Larguirucho
Posteriormente vendrá “Rebelión en el patronato”, liderada, lógicamente, por el inefable Raimundo, quien perderá las pruebas de liderazgo frente a Hijitus, aunque tendrá tiempo para intentar robar – obviamente con Neurus – los fondos del patronato, para luego trenzarse en feroz y graciosa lucha con su malvado mentor.
Su gesto de burla también será protagonista e Hijitus y ahora también Pucho habrán de imitarlo en este capítulo, además de todos los niños del patronato que lo hacen al unísono y como contraseña para la entrada a la institución tomada. Broche de oro: una vez sofocada la rebelión, con los personajes principales atados a cactos, el patronato quedará intervenido y el interventor será nada menos que Oaky, quien dictará las pertinentes reglas por escrito.
Raimundo volverá con sus travesuras en el capítulo “Raimundo Ratonero”, pero solo al principio, ya que el personaje – a mi juicio - más malvado de la serie se convertirá en su victimario y lo encerrará con los ratones en un sótano. El personaje no es Neurus sino Gutiérrez, el mayordomo de Gold Silver, más ladino aún que el demente profesor.
Sin embargo Raimundo se hace amigo de los ratones, amistad de la que también participará Pichichus y finalizarán como un baile festivo en el sótano, como muestra de agradecimiento.
Raimundo hará una aparición más en el capítulo “Boxitracios vs. Aguilotros”, en el momento en que Hijitus y Anteojito miran un libro con fotos y una de ellas es la de nuestro personaje que, anticipándose a las fotografías vivas de las películas de Harry Potter, nos muestra su peculiar y maravillosa burla desde la foto.
Pero esto no es todo. Nuestro Raimundo termina – o empieza – siendo ahijado de Larguirucho y aparecerá regularmente en la revista “Desventuras de Larguirucho”.
Disfrutemos de algunas fotos y hasta la próxima.

E.S.

jueves, 27 de enero de 2011

Una de Borges



ANIMALES DE LOS ESPEJOS
Del "Manual de Zoología fantástica" por Jorge Luis BORGES y Margarita GUERRERO

En algún tomo de las Cartas edificantes y curiosas que aparecieron en París durante la primera mitad del siglo XVIII, el P. Zallinger, de la Compañía de Jesús, proyectó un examen de las ilusiones y errores del vulgo de Cantón; en un censo preliminar anotó que el Pez era un ser fugitivo y resplandeciente que nadie había tocado, pero que muchos pretendían haber visto en el fondo de los espejos. El P. Zallinger murió en 1736 y el trabajo iniciado por su pluma quedó inconcluso; ciento cincuenta años después Herbert Allen Giles tomó la tarea interrumpida. Según Giles, la creencia del Pez es parte de un mito más amplio, que se refiere a la época legendaria del Emperador Amarillo.
En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Este rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a meros reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico.
El primero que despertará será el Pez. En el fondo del espejo percibiremos una línea muy tenue y el color de esta línea será un color no parecido a ningún otro. Después, irán despertando las otras formas. Gradualmente diferirán de nosotros, gradualmente no nos imitarán. Romperán las barreras de vidrio o de metal y esta vez no serán vencidas. Junto a las criaturas de los espejos combatirán las criaturas del agua.
En el Yunnan no se habla del Pez sino del Tigre del Espejo. Otros entienden que antes de la invasión oiremos desde el fondo de los espejos el rumor de las armas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La lista de prohibiciones en Z




En estos tiempos en que la intolerancia y las prohibiciones ilegítimas toman nuevos bríos, recordé el maravilloso y terrible final de la película Z, dirigida por Costa-Gavras y protagonizada por Yves Montand, Jean Louis Trintignant e Irene Papas, entre otros, film del que aquí vemos un fotograma y un afiche. Luego de que la Junta Militar sale airosa, se dictan una serie de prohibiciones que incluyen personas, tal como varios personajes de la película, incluido el periodista que va leyendo justamente las prohibiciones, hasta el momento en que al ser él prohibido, es reemplazado en el mismo instante. Se prohíbe: los movimientos pacifistas, el derecho a huega, los sindicatos, el pelo largo en los hombres, las minifaldas, los Beatles, la música popular (Theodorakis), la música moderna, el quién es quién, las matemáticas modernas, Eurípides, Sófocles, León Tolstoi, Esquilo, Aristófanes, escribir que Sócrates era homosexual, Eugene Ionesco, Sartre, Anton Chejov, Mark Twain (particularmente), Samuel Beckett, la sociología, Aragon, Trotsky, las enciclopedias internacionales, la libertad de prensa, Albee, Harold Pinter, aprender ruso, aprender búlgaro, la sociología, Dostoievsky, Gorki, y la LETRA Z, que en griego clásico, ζει o zei quiere decir "está vivo".
E.S.

domingo, 17 de octubre de 2010

Dos poemas de Nicolás Guillén



NO SE POR QUÉ PIENSAS TÚ


No sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo,

si somos la misma cosa

yo,

tú.


Tú eres pobre, lo soy yo;

soy de abajo, lo eres tú;

¿de dónde has sacado tú,

soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú

te olvides de quién soy yo;

caramba, si yo soy tú,

lo mismo que tú eres yo.


Pero no por eso yo

he de malquererte, tú;

si somos la misma cosa,

yo,

tú,

no sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo.

Ya nos veremos yo y tú,

juntos en la misma calle,

hombro con hombro, tú y yo,

sin odios ni yo ni tú,

pero sabiendo tú y yo,

a dónde vamos yo y tú

¡no sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo!



SOLDADO ASÍ NO HE DE SER


Soldado no quiero ser,

que así no habrán de mandarme

a herir al niño y al negro,

y al infeliz que no tiene

qué comer.

Soldado así no he de ser.


¡Mira al caballo en dos patas,

y al soldado encima dél,

con ojos llenos de furia,

con boca llena de hiel,

y el machetón, que lo mismo

mata viejo que mujer!

Soldado así no he de ser.


¡Ah de los trenes de tropas,

fríos al amanecer,

en duros rieles de sangre

corriendo a todo correr

para aplastar una huelga

o estrangular un batey!

Soldado así no he de ser.

¡Ah de los ojos con vendas,

porque vendados no ven!

¡Ah de las manos atadas

y la cadena en los pies!

¡Ah de los tristes soldados

esclavos del coronel!

Soldado así no he de ser.


Si a mí me dieran un rifle

les diría a mis hermanos

para qué sirve.

A mis hermanos soldados

para qué sirve.

Pero a mí no me lo dan,

porque sé para qué sirve,

por eso no me lo dan.

Ni a ti te lo dan, ni a ti,

ni a ti, ni a ti... ¡Qué soldados

íbamos a ser nosotros

en caballos desbocados!


Soldado así quiero ser.

El que no cuida el central,

que no es dél,

ni reina, como un rey tosco

de cuartel,

ni sobre el campo de caña

tiras arranca de piel,

feroz igual que un negrero,

y aún más cruel.


Soldado libre, soldado

no más que al esclavo fiel:

Soldado así quiero ser.
NICOLÁS GUILLÉN

jueves, 2 de septiembre de 2010

Guerra balcánica. Por Bertolt Brecht

Bertolt Brecht

Un hombre viejo y enfermo iba andando por el campo, cuando cuatro granujas lo asaltaron y lo despojaron de sus bienes. El anciano prosiguió tristemente su camino. Pero al llegar al primer cruce de carreteras vio con sorpresa que tres de los ladrones atacaban al cuarto para quitarle el producto de su robo. En la lucha, el botín cayó al suelo. Lleno de alegría, el anciano lo recogió y se alejó de prisa. Pero en la próxima ciudad fue detenido y llevado ante el juez. Allí estaban los cuatro granujas, ahora otra vez en armonía, y lo acusaban.
La decisión del juez fue la siguiente:
El anciano debía entregar a los ladrones los bienes que acababa de recuperar. Porque de no ser así - dijo aquel sabio y justo magistrado - los cuatro bribones podrían quebrantar la paz de la comarca.