jueves, 28 de agosto de 2008

El oro y el barro.

* Inti Nahuel Pérez Aznar
Eran principios de los 90 y también de mi adolescencia. Cuando llegaba del Colegio Nacional, en mi casa, se veía una serie de televisión llamada “El Oro y el Barro”, en la que actuaban Miguel Angel Solé, Marú Valdivieso y Darío Grandinetti.
No recuerdo mucho más de ella, pero si que era un momento en donde pasaban cosas importantes en nuestro país. Por mi edad no tenía una gran noción de ello, pero las caras largas abundaban en un hogar muy politizado y ligado a lo público. Recuerdo palabras como desguace del Estado, desocupación, privatizaciones, impunidad, pobreza, reforma educativa, FMI, 1 a 1, pizza y champagne. Eso si, no recuerdo haber escuchado ningún cacerolazo o algo que se le estile.
Hace unos días volvió a mi cabeza el título de aquella serie. No por haber visto algo que hacia referencia a ella. Ni por su contenido. Recordé su título cuando escuche a varias personas de diferentes ámbitos hacer referencias vagas a la hora de clasificar a las personas que habitan a nuestro país.
Por un lado dirigentes del agro diferenciando piquetes blancos de piquetes negros. Como si el color de piel o la pertenencia de clase, otorgue mayores derechos, como si el esplendor de su nivel adquisitivo y sus poder de consumo brillen como el oro y por ello prevalezcan sobre la escasez de quienes realizan cortes de ruta para acceder a derechos o a bienes de consumo más esenciales en la vida de las personas, el barro.
Por otro lado se palpaba cierta diferenciación en un aspecto parecido el día martes 25, mientras la televisión transmitía la movilización ¿espontánea? a Plaza de Mayo que hacía sonar sus cacerolas por un descontento que todavía no queda muy claro. ¿A favor del campo? ¿En contra del gobierno? ¿En contra de que se reparta un poco la torta?
La cuestión es que los movileros, así se los llama, diferenciaban a cada rato la “gente” que poblaba la plaza en ese momento, de los “piqueteros” que disputaban por entrar a ella. Esto sin entrar a considerar las violencias ejercidas, por un lado al pedir que se vaya un gobierno constitucional y democráticamente elegido, por el otro, la de quienes desalojaron por la fuerza a este grupo. De diferente índole, pero violencias al fin. Más allá de esto, el martes los ciudadanos se fueron a dormir con la sensación instaurada por los medios de que la protesta de la “gente” era más legítima que la de los “piqueteros. El Oro y el Barro.
Imágenes: el miércoles 26 salía de ver las conmovedoras fotografías de Gustavo Germano y Adriana Lestido en el Centro Cultural Recoleta. Cruzaba la Avenida Alvear cuando comencé a escuchar un ruido metálico. Allí estaban ell@s en sus coquetos departamentos al ritmo de las cacerolas. Pensè incrédulamente ¿porque protestan? Cuando baje la mirada, observé a una familia completa rompiendo la basura buscando comida. Allí frente a sus narices, hurgando su basura. Hace días que me retumba en la cabeza una pregunta ¿alguna vez en todos estos años habrán hecho sonar algún artefacto de cocina frente a semejante injusticia? El Oro y el Barro.
*Abogado especialista en Derechos Humanos.

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