miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Qué es mejor, el libro o la película?








Cuando vemos una película, habitualmente decimos y escuchamos decir frases como “el libro es mejor”, “la película me gustó más”, “muy buena la película, pero el libro….”. Y por supuesto respondemos o lo hacen nuestros interlocutores con “por supuesto, el libro es mejor, como siempre”, “a mí me gustó más la película”, etc.
Entonces, frente a esta realidad habitual sobre dos manifestaciones artísticas, quiero responder la pregunta que constituye el título de la nota. Y la respuesta es: esa pregunta es incorrecta, ya que el libro y la película no se pueden comparar, no pueden competir. Y no precisamente porque uno sea infinitamente superior al otro sino porque sencillamente son dos manifestaciones artísticas, como dije, DISTINTAS.
Sí, son diferentes. Y esto que parece una verdad de Perogrullo, parece también que se nos ha olvidado pues no paramos de efectuar comparaciones entre unas y otros y mantenemos debates estériles y tomamos partido por tal o cual.
Qué es mejor, una magnífica escultura o una magnífica pintura? Es mejor “Los primeros funerales” de Louis Ernst BARRIAS (foto) o “El primer duelo” de William Adolphe BOUGUEREAU? (foto). En ambos vemos a Adán y Eva con Abel muerto en brazos de ambos, el intensísimo dolor surge de ambas representaciones, las posiciones de las figuras humanas se asemejan y hasta son similares sus nombres. Podemos hacer exégesis y decir que se parecen pero no son iguales o que en “El primer duelo” se puede observar una pira de sacrificio o un cielo gris y una vegetación mustia, que “Los primeros funerales” no tiene. Pero lo esencial es que la primera es una manifestación de Escultura y la segunda de Pintura. Cuál es la respuesta, entonces? No hay respuesta posible.
Y formulo un paréntesis para salirme del aspecto artístico y entrar al material pero imprescindible mundo de la comida. Qué es mejor, una milanesa o un helado? Y podemos continuar eternamente plasmando ejemplos.
Cierro paréntesis y vuelvo al cine. Queda claro –mejor dicho, es obvio – que el libro ofrece una cantidad de aspectos que la película no puede hacerlo. Y lo mismo hace la película.
Tomemos como ejemplo “El nombre de la rosa”, excelente libro (foto) y excelente película (foto). La obra de Eco contiene una riqueza de datos y análisis históricos que no contiene la película. Solo basta con leer el estudio que realiza sobre Dulcino y sus seguidores, que en la película solo accedemos a una breve mención. Pero en la obra no podemos disfrutar de la excelente actuación de Sean Connery. Y esto es solo un simple ejemplo.
El libro no tiene sonidos, sino que nos imaginamos cómo son esos sonidos. Nos figuramos cómo son los lugares y personas que se describen, compartimos las emociones y los sentimientos de los personajes del modo en que nosotros recibimos subjetivamente la información que el libro nos brinda. Y ello es una de las tantas maravillas que nos ofrece la literatura.
La película nos brinda otras sensaciones. Ya no imaginamos los lugares, el aspecto o la voz de los personajes, porque los vemos y los escuchamos. Y un gran paisaje, una fotografía impecable, una actuación descollante son algunas de las tantas maravillas que nos ofrece el cine.
Y eso también es parte de la imaginación del director, del guionista. Así es como él lo vio cuando leyó la obra. Y por supuesto será distinta a nuestra visión. Habrá tantas visiones como personas que leyeron el libro. Por eso nunca será igual, sí parecido en ocasiones, pero no igual.
Las limitaciones propias del lenguaje es otro aspecto para tener en cuenta. La vaguedad y ambigüedad que indefectiblemente afectan al lenguaje, más el resto de las limitaciones, influirán notablemente en cómo el lector se represente lo que está plasmado en el libro. La película mostrará cómo el cineasta pudo sortear esos inconvenientes, de una manera distinta a la nuestra, seguramente.
Este es uno de los tantos debates inútiles que los seres humanos solemos mantener. Y queda claro que muy pocas veces terminan, aunque se incorporan otros en grandes cantidades y tan insustanciales como los vigentes.
Por mi parte reconozco mi error en éste y me considero a partir de hoy, fuera de él para siempre.
Edgardo Salatino

4 comentarios:

Edgardo Salatino dijo...

Un dato adicional. Tanto la magnífica escultura como la excelente pintura pueden verse en el Museo Nacional de Bellas Artes. De hecho, están en la misma sala

Alberto Bovino dijo...

Me gustó más el libro. Y no me jodas. Aunque no se comparen, uno puede decir, me gusta más navegar que andar en bicileta, ¿y?

Alberto Bovino dijo...

Y eso es porque las "biciletas" no existen. Cuatri4

Homo Erectus dijo...

Qué bueno. Logré convencer al menos a uno. Es cuestión de gustos y no de comparación.
Lo que no me queda claro es si te gusta más navegar, andar en bicicleta o andar en bicileta. Cuatri 4 se puso la gorra, no?