martes, 16 de marzo de 2010

Algunas caracterizaciones. Ultima parte

He aquí la última entrega. Para ello podemos ver abajo una buena caracterización de Jack Nicholson en "Wolf".
Y aquí seguido, el gran Lon Chaney en dos caracterizaciones algo menos conocidas que las de Quasimodo y Erik pero no menos geniales.
Saludos y hasta la próxima.
Edgardo Salatino















miércoles, 3 de marzo de 2010

Algunas caracterizaciones. Segunda parte.

Continuemos un poco con las caracterizaciones y maquillajes y comencemos con algo grande: Boris Karloff. En primer lugar, disfrutando de un agradable momento. Luego, la evolución "seriada" hasta convertirse en monstruo.

Buena ha sido la caracterización de Robert Englund en el rol que lo catapultara a la fama. Después de varios papeles secundarios, fue el torpe y bonachón Willie en la miniserie V hasta convertirse en un ya clásico monstruo del cine: Freddie Kruger.



Cerremos esta entrega con Vincent Price y una muestra de su mucho material, a igual que Boris Karloff. A "cara lavada" primero, como el Dr. Anton Phibes en una "romántica" escena con su ayudante Vulnavia y, por último, una de las caracterizaciones de la película Manicomio.




Esta historia continuará.
Edgardo Salatino

sábado, 20 de febrero de 2010

Algunas caracterizaciones. Primera parte

Sabemos que el maquillaje es imprescindible en el cine y en la televisión. Y cuando no está, el motivo es expreso y adrede (Maria Falconetti en La Pasión de Juana de Arco, por ejemplo).Pero cuando estamos en presencia de un “monstruo”, el maquillaje de caracterización nos fascina. Por eso quiero que veamos a algunos actores “a cara lavada” y caracterizados en diversas películas de terror.

En primer lugar, tenemos a Chris Lee como tal, como el monstruo de Frankenstein y como Mr. Hyde en I' Monster, si bien el personaje tenía otro nombre.




David Naughton fue el licántropo en "Un hombre lobo americano en Londres". La escena de la transformación fue la mejor de todos los tiempos durante muchos años. Solo pudo ser superada por computadoras.







Y el gran Narciso Ibáñez Menta. El relojero en "El corazón delator", más horrible por dentro que por fuera. Y en "El Fantasma de la Ópera"

















Esta es una primera entrega. Nos faltan muchos más. Y si bien no habremos de colgar todos, algunos de ellos a igual que el maquillaje, son imprescindibles.
Edgardo Salatino.

miércoles, 13 de enero de 2010

Rousseau analiza una fábula de Samaniego




Me propongo trascribir un pequeño fragmento de la obra Emilio o de la educación, de Jean Jacques ROUSSEAU (retrato), publicado en 1762. Se trata de un análisis de la fábula El Cuervo y el Zorro, de Félix María de SAMANIEGO. Los motivos que me llevan a esta transcripción se basan en mi fanatismo por las fábulas, pero en especial, en la acérrima crítica al sistema educativo que ROUSSEAU formula en su libro. Claro está que a la fecha han pasado doscientos cuarenta y ocho años desde la publicación de la obra. Muchos de los problemas allí evidenciados han sido solucionados y también han surgido otros de diferente carácter, pero todo ello es lógica consecuencia del paso del tiempo y sus implicancias. Lo grave es que algunos de esos problemas aún no han sido resueltos.
Hasta hace pocos años, en las escuelas primarias se daba a leer a los alumnos alguna que otra fábula, en especial de SAMANIEGO o de ESOPO. Desconozco si actualmente se sigue haciendo, pero en atención a que el problema fue advertido hace casi doscientos cincuenta años, no importa demasiado pues fueron muchos los años de error. Bueno y deseable sería que ello haya finalizado y es cuando sí adquiriría altísima importancia. Pero mientras asistí a la escuela primaria, el problema seguía tal cual lo denunciaba ROUSSEAU.
¿Qué es lo que critica el gran filósofo francés en esta específica cuestión? Nada más y nada menos el hecho de que hacen que los niños aprendan las fábulas de SAMANIEGO y ni siquiera hay uno que las entienda. Pero agrega que sería peor que alguno las entendiera porque tan enredada es su moral y tal poca proporción guarda con su edad, que más que a la virtud los incitaría al vicio.
El autor eligió El Cuervo y el Zorro por considerarla una de las pocas adaptables a los niños. Luego del análisis que realiza es impensable la consideración de que alguna fábula sea adaptable a un niño.
Algunas de las preguntas que supone quizá no sea actual, pero en su mayor parte, el análisis y la crítica que formula puede adaptarse perfectamente a nuestra realidad cotidiana. Me gustaría poder trascribir más partes del libro. De hecho, el análisis de las fábulas no se limita a aquella, sino que hace mención de otras y el estudio es aún más enjundioso. En realidad lo mejor es, obviamente, leer la obra completa. Por ahora me conformo con trasncribir esta pequeña parte. Aquí va.
Edgardo Salatino

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor cuervo.

¿Quien era el que estaba ufano y contento? ¿El árbol o el cuervo? ¿Cómo ha de entender el niño esta inversión? Es poética, me dirán; fija la atención en el cuervo, que es el sujeto que debe resaltar. Todas estas razones son para mí; no para el niño, que sólo debe oír frases sencillas y construcciones fáciles y naturales.
¿Qué quiere decir señor cuervo? ¿De quién es señor un cuervo? ¿Qué significa señor? Este epíteto se le da por burla. Cuando oiga llamar señor a uno, ¿no se figurará que es el cuervo apoderado del queso? Rara vez se equivocará, pero ésas no son las lecciones que queréis que tomen vuestros alumnos.
¿Cómo puede un cuervo tener un queso en el pico, sin que se le caiga? ¿Comen queso los cuervos? ¿Son esas las lecciones de historia natural que dais a vuestros hijos? No salgais nunca de la verdad.

Del olor atraído
un zorro muy maestro,

¡Qué olor da este queso que desde la rama del árbol penetra hasta la madriguera del zorro! ¿A éste le gusta el queso? Poco estrago harían en los corrales si no los frecuentaran más que las lecherías.
¡Muy maestro! ¿Qué es lo que el zorro enseña? Bien sé que es maestro y doctor en tretas y que no puede aplicarse epíteto con mayor felicidad; pero esto lo sé yo, y no lo sabe el niño. Es preciso que le digáis cuál es la índole natural del zorro y cuál la que le atribuyen los fabulistas convencionalmente. ¿Y queréis que os entienda? Menester fuera para ello una poética del apólogo.

Le dijo estas palabras
a poco más o menos:
Tenga usted buenos días,
señor cuervo, mi dueño.

¿Conque hablan los zorros? ¿Y su habla la entienden los cuervos? ¿Qué has de responder, discreto preceptor, a esta pregunta tan natural del niño?
A poco más o menos es un ripio que ni para el niño ni para mí tiene disculpa.
¡Mi dueño! ¿Qué quiere decir dueño? El que tiene esclavos. ¿Conque el zorro es esclavo del cuervo?

Vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo.
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento.

¡Con qué arte gradúa el maulero los elogios! Arte perdido para el niño.
Mono, precedido del verbo estar, siempre es un elogio; cuando le antecede ser, suele ser un improperio.
¿Qué son lisonjas? ¿Hay quien las gasta? ¿Quién diga lo que no siente? ¡Pobre niño, cuántas lecciones de vicios hay que darte y ninguna necesitabas! La profesión de veracidad del astuto zorro, es nuevo lazo tendido al imprudente y vanidoso cuervo; ¿Pero tú, cómo has de apreciar sus artes, o más bien, la habilidad del poeta?

Que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo
que tú serás el Fénix
de sus vastos imperios.

¡Qué valentía en la expresión! ¡Qué nobleza! ¡Qué hermosa poesía! ¡Cuántas cosas que el niño no puede apreciar!
¡Juro! ¿Qué es jurar? ¡Desventurado de ti, preceptor, si te atreves a explicárselo a un niño de seis años!
¿Qué cosa es una diosa? ¿Hay dioses machos y hembras? ¿Quién es Ceres? ¿Queréis que empiece el niño a cursar Mitología? ¿Queréis que a su edad el cielo, la Tierra, la Naturaleza entera, sean ya teatro de la mentira?
¿Qué pájaro es el Fénix? Nuevas patrañas y nuevas ficciones. ¿Tan estrecho recinto es el de las verdades, que tanta prisa os dais en sacar de él a vuestro alumno?

Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado
quiso cantar el cuervo.

Nueva explicación de lo que es vanidad y de sus efectos.

Abrió su negro pico,
dejó caer el queso

Lo extraño es que no se le hubiera caído mucho antes, por más apretado que con su negro pico le tuviese

El muy astuto zorro
después de haberlo preso
le dijo: señor bobo,
pues sin otro alimento
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,

¿Conque bobo es aquel a quien engañan los pícaros? La definición podrá muy bien ser exacta; ¿pero conviene enseñársela a un niño? El cuervo no ha quedado hinchado y repleto con las alabanzas, sino hambriento y mohíno. El adulador triunfante afila el puñal del escarnio para clavársele más hondo a la víctima. Si el ayo no le explica toda la perversidad del zorro, perdió la fábula su mérito. Si se la hace comprender, ¡cuán intempestiva y arriesgada lección le da!

Digerid las lisonjas,
mientras digiero el queso.
¡Digerir lisonjas! ¡Osada y feliz metáfora! ¿Y la entiende un niño de siete años?

sábado, 14 de noviembre de 2009

Los tres chiflados. Algunas imágenes no tan conocidas

Jerome Horwitz. El gran Curly


Moses Horwitz. Moe, quizá el personaje de mayor irritabilidad de la historia del cine. Y genial.

Louis Feinberg, mejor conocido como Larry Fine. O sencillamente Larry, pues con esto nos sobra para disfrutar.


Samuel Horwitz. Shemp, tanto con los chiflados como en su carrera solista.




Buen retrato. Estamos poco acostumbrados a ver a Moe y a Larry así peinados o a Curly con algo más de cabello.



Los hermanos Howard. Falta Larry que solamente no era hermano de sangre. Sí lo era en el resto.





Christine McIntyre. Excelente actriz y excelente cantante. No solo trabajó con los chiflados. Un talento que no fue reconocido en su momento, como siempre.
Edgardo Salatino






viernes, 18 de septiembre de 2009

La emotiva y memorable despedida de Sol Roth y Edward G. Robinson

"Soylent Green" es una película dirigida por Richard Fleischer. Ambientada en un futuro alternativa, trata de la vida de las personas en New York en una crisis terrible y duradera. Viven hacinadas, sucias, sufren humillaciones por parte de las fuerzas de seguridad, tal como la utilización de tractores y palas mecánicas para dispersar a las masas y, especialmente padecen la degradación ambiental y viven hambrientas. Los únicos alimentos que unos pocos acomodados fabrican y venden se llaman soylent rojo y soylent amarillo. Luego aparece el verde que da nombre a la película, la cual tiene un final tan duro como genial
Este film constituye el último trabajo en cine del excelente actor Edward G. Robinson, quien falleció dos meses después de la filmación. Y su última aparición - dentro de esta película - es realmente memorable tanto por su calidad como por su emotividad.
Sol Roth (Robinson) toma la decisión de suicidarse y para ello va a un sitio en la ciudad dedicado y preparado para ello, que cuenta con todo lo "necesario". Lo hará acostado cómodamente en una cama, con ambiente de color anaranjado por él elegido, escuchando la música clásica "light" que también prefirió y observando vídeos de cuando - en la juventud de Sol - el mundo era distinto, con mucha vida animal y vegetal, sin contaminaciones. Y sin crisis.
Y mientras, su amigo Robert Thorn (Charlton Heston) asiste a todo el proceso con intensísimo dolor y al mismo tiempo extasiado con las imágenes que también está mirando.
La escena es buena realmente. Y como al contarlo no logro reflejar realmente lo que genera, veámosla aquí y ahora mismo.
Edgardo Salatino.
YouTube - sol goes home

miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Qué es mejor, el libro o la película?








Cuando vemos una película, habitualmente decimos y escuchamos decir frases como “el libro es mejor”, “la película me gustó más”, “muy buena la película, pero el libro….”. Y por supuesto respondemos o lo hacen nuestros interlocutores con “por supuesto, el libro es mejor, como siempre”, “a mí me gustó más la película”, etc.
Entonces, frente a esta realidad habitual sobre dos manifestaciones artísticas, quiero responder la pregunta que constituye el título de la nota. Y la respuesta es: esa pregunta es incorrecta, ya que el libro y la película no se pueden comparar, no pueden competir. Y no precisamente porque uno sea infinitamente superior al otro sino porque sencillamente son dos manifestaciones artísticas, como dije, DISTINTAS.
Sí, son diferentes. Y esto que parece una verdad de Perogrullo, parece también que se nos ha olvidado pues no paramos de efectuar comparaciones entre unas y otros y mantenemos debates estériles y tomamos partido por tal o cual.
Qué es mejor, una magnífica escultura o una magnífica pintura? Es mejor “Los primeros funerales” de Louis Ernst BARRIAS (foto) o “El primer duelo” de William Adolphe BOUGUEREAU? (foto). En ambos vemos a Adán y Eva con Abel muerto en brazos de ambos, el intensísimo dolor surge de ambas representaciones, las posiciones de las figuras humanas se asemejan y hasta son similares sus nombres. Podemos hacer exégesis y decir que se parecen pero no son iguales o que en “El primer duelo” se puede observar una pira de sacrificio o un cielo gris y una vegetación mustia, que “Los primeros funerales” no tiene. Pero lo esencial es que la primera es una manifestación de Escultura y la segunda de Pintura. Cuál es la respuesta, entonces? No hay respuesta posible.
Y formulo un paréntesis para salirme del aspecto artístico y entrar al material pero imprescindible mundo de la comida. Qué es mejor, una milanesa o un helado? Y podemos continuar eternamente plasmando ejemplos.
Cierro paréntesis y vuelvo al cine. Queda claro –mejor dicho, es obvio – que el libro ofrece una cantidad de aspectos que la película no puede hacerlo. Y lo mismo hace la película.
Tomemos como ejemplo “El nombre de la rosa”, excelente libro (foto) y excelente película (foto). La obra de Eco contiene una riqueza de datos y análisis históricos que no contiene la película. Solo basta con leer el estudio que realiza sobre Dulcino y sus seguidores, que en la película solo accedemos a una breve mención. Pero en la obra no podemos disfrutar de la excelente actuación de Sean Connery. Y esto es solo un simple ejemplo.
El libro no tiene sonidos, sino que nos imaginamos cómo son esos sonidos. Nos figuramos cómo son los lugares y personas que se describen, compartimos las emociones y los sentimientos de los personajes del modo en que nosotros recibimos subjetivamente la información que el libro nos brinda. Y ello es una de las tantas maravillas que nos ofrece la literatura.
La película nos brinda otras sensaciones. Ya no imaginamos los lugares, el aspecto o la voz de los personajes, porque los vemos y los escuchamos. Y un gran paisaje, una fotografía impecable, una actuación descollante son algunas de las tantas maravillas que nos ofrece el cine.
Y eso también es parte de la imaginación del director, del guionista. Así es como él lo vio cuando leyó la obra. Y por supuesto será distinta a nuestra visión. Habrá tantas visiones como personas que leyeron el libro. Por eso nunca será igual, sí parecido en ocasiones, pero no igual.
Las limitaciones propias del lenguaje es otro aspecto para tener en cuenta. La vaguedad y ambigüedad que indefectiblemente afectan al lenguaje, más el resto de las limitaciones, influirán notablemente en cómo el lector se represente lo que está plasmado en el libro. La película mostrará cómo el cineasta pudo sortear esos inconvenientes, de una manera distinta a la nuestra, seguramente.
Este es uno de los tantos debates inútiles que los seres humanos solemos mantener. Y queda claro que muy pocas veces terminan, aunque se incorporan otros en grandes cantidades y tan insustanciales como los vigentes.
Por mi parte reconozco mi error en éste y me considero a partir de hoy, fuera de él para siempre.
Edgardo Salatino