miércoles, 13 de enero de 2010

Rousseau analiza una fábula de Samaniego




Me propongo trascribir un pequeño fragmento de la obra Emilio o de la educación, de Jean Jacques ROUSSEAU (retrato), publicado en 1762. Se trata de un análisis de la fábula El Cuervo y el Zorro, de Félix María de SAMANIEGO. Los motivos que me llevan a esta transcripción se basan en mi fanatismo por las fábulas, pero en especial, en la acérrima crítica al sistema educativo que ROUSSEAU formula en su libro. Claro está que a la fecha han pasado doscientos cuarenta y ocho años desde la publicación de la obra. Muchos de los problemas allí evidenciados han sido solucionados y también han surgido otros de diferente carácter, pero todo ello es lógica consecuencia del paso del tiempo y sus implicancias. Lo grave es que algunos de esos problemas aún no han sido resueltos.
Hasta hace pocos años, en las escuelas primarias se daba a leer a los alumnos alguna que otra fábula, en especial de SAMANIEGO o de ESOPO. Desconozco si actualmente se sigue haciendo, pero en atención a que el problema fue advertido hace casi doscientos cincuenta años, no importa demasiado pues fueron muchos los años de error. Bueno y deseable sería que ello haya finalizado y es cuando sí adquiriría altísima importancia. Pero mientras asistí a la escuela primaria, el problema seguía tal cual lo denunciaba ROUSSEAU.
¿Qué es lo que critica el gran filósofo francés en esta específica cuestión? Nada más y nada menos el hecho de que hacen que los niños aprendan las fábulas de SAMANIEGO y ni siquiera hay uno que las entienda. Pero agrega que sería peor que alguno las entendiera porque tan enredada es su moral y tal poca proporción guarda con su edad, que más que a la virtud los incitaría al vicio.
El autor eligió El Cuervo y el Zorro por considerarla una de las pocas adaptables a los niños. Luego del análisis que realiza es impensable la consideración de que alguna fábula sea adaptable a un niño.
Algunas de las preguntas que supone quizá no sea actual, pero en su mayor parte, el análisis y la crítica que formula puede adaptarse perfectamente a nuestra realidad cotidiana. Me gustaría poder trascribir más partes del libro. De hecho, el análisis de las fábulas no se limita a aquella, sino que hace mención de otras y el estudio es aún más enjundioso. En realidad lo mejor es, obviamente, leer la obra completa. Por ahora me conformo con trasncribir esta pequeña parte. Aquí va.
Edgardo Salatino

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor cuervo.

¿Quien era el que estaba ufano y contento? ¿El árbol o el cuervo? ¿Cómo ha de entender el niño esta inversión? Es poética, me dirán; fija la atención en el cuervo, que es el sujeto que debe resaltar. Todas estas razones son para mí; no para el niño, que sólo debe oír frases sencillas y construcciones fáciles y naturales.
¿Qué quiere decir señor cuervo? ¿De quién es señor un cuervo? ¿Qué significa señor? Este epíteto se le da por burla. Cuando oiga llamar señor a uno, ¿no se figurará que es el cuervo apoderado del queso? Rara vez se equivocará, pero ésas no son las lecciones que queréis que tomen vuestros alumnos.
¿Cómo puede un cuervo tener un queso en el pico, sin que se le caiga? ¿Comen queso los cuervos? ¿Son esas las lecciones de historia natural que dais a vuestros hijos? No salgais nunca de la verdad.

Del olor atraído
un zorro muy maestro,

¡Qué olor da este queso que desde la rama del árbol penetra hasta la madriguera del zorro! ¿A éste le gusta el queso? Poco estrago harían en los corrales si no los frecuentaran más que las lecherías.
¡Muy maestro! ¿Qué es lo que el zorro enseña? Bien sé que es maestro y doctor en tretas y que no puede aplicarse epíteto con mayor felicidad; pero esto lo sé yo, y no lo sabe el niño. Es preciso que le digáis cuál es la índole natural del zorro y cuál la que le atribuyen los fabulistas convencionalmente. ¿Y queréis que os entienda? Menester fuera para ello una poética del apólogo.

Le dijo estas palabras
a poco más o menos:
Tenga usted buenos días,
señor cuervo, mi dueño.

¿Conque hablan los zorros? ¿Y su habla la entienden los cuervos? ¿Qué has de responder, discreto preceptor, a esta pregunta tan natural del niño?
A poco más o menos es un ripio que ni para el niño ni para mí tiene disculpa.
¡Mi dueño! ¿Qué quiere decir dueño? El que tiene esclavos. ¿Conque el zorro es esclavo del cuervo?

Vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo.
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento.

¡Con qué arte gradúa el maulero los elogios! Arte perdido para el niño.
Mono, precedido del verbo estar, siempre es un elogio; cuando le antecede ser, suele ser un improperio.
¿Qué son lisonjas? ¿Hay quien las gasta? ¿Quién diga lo que no siente? ¡Pobre niño, cuántas lecciones de vicios hay que darte y ninguna necesitabas! La profesión de veracidad del astuto zorro, es nuevo lazo tendido al imprudente y vanidoso cuervo; ¿Pero tú, cómo has de apreciar sus artes, o más bien, la habilidad del poeta?

Que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo
que tú serás el Fénix
de sus vastos imperios.

¡Qué valentía en la expresión! ¡Qué nobleza! ¡Qué hermosa poesía! ¡Cuántas cosas que el niño no puede apreciar!
¡Juro! ¿Qué es jurar? ¡Desventurado de ti, preceptor, si te atreves a explicárselo a un niño de seis años!
¿Qué cosa es una diosa? ¿Hay dioses machos y hembras? ¿Quién es Ceres? ¿Queréis que empiece el niño a cursar Mitología? ¿Queréis que a su edad el cielo, la Tierra, la Naturaleza entera, sean ya teatro de la mentira?
¿Qué pájaro es el Fénix? Nuevas patrañas y nuevas ficciones. ¿Tan estrecho recinto es el de las verdades, que tanta prisa os dais en sacar de él a vuestro alumno?

Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado
quiso cantar el cuervo.

Nueva explicación de lo que es vanidad y de sus efectos.

Abrió su negro pico,
dejó caer el queso

Lo extraño es que no se le hubiera caído mucho antes, por más apretado que con su negro pico le tuviese

El muy astuto zorro
después de haberlo preso
le dijo: señor bobo,
pues sin otro alimento
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,

¿Conque bobo es aquel a quien engañan los pícaros? La definición podrá muy bien ser exacta; ¿pero conviene enseñársela a un niño? El cuervo no ha quedado hinchado y repleto con las alabanzas, sino hambriento y mohíno. El adulador triunfante afila el puñal del escarnio para clavársele más hondo a la víctima. Si el ayo no le explica toda la perversidad del zorro, perdió la fábula su mérito. Si se la hace comprender, ¡cuán intempestiva y arriesgada lección le da!

Digerid las lisonjas,
mientras digiero el queso.
¡Digerir lisonjas! ¡Osada y feliz metáfora! ¿Y la entiende un niño de siete años?

1 comentario:

ODISEO dijo...

Hola Homo Erectus!!

Gracias por agregarnos a tus favoritos, hemos hecho lo mismo contigo en Bolsi & Pulp.

Atte: Odiseo...Legendario Guerrero Arcano.