viernes, 24 de octubre de 2008

El tercer hombre. Una genialidad
















Mucho se ha dicho sobre esta película. Muchos la han visto también. Y sin embargo yo pretendo, todavía, decir algo más.
Nada de lo que diga será nuevo, por supuesto, pero para muchos – como yo - el cine es una cuestión de pasiones, de gustos y de placeres, buscamos el modo de manifestarlo y poco nos importa la originalidad o la actualidad y otra muchas gollerías, como decía La Fontaine.
Eso me pasa con “El tercer hombre”. Filmada en 1949, dirigida por Carol Reed y protagonizada por Joseph Cotten, (Alida) Valli, Orson Welles y Trevor Howard (en ese orden aparecen en los créditos). Basada en la obra homónima de Graham Greene, quien lo escribió para filmar la película.
No voy a decir de qué se trata, ni siquiera una mínima mención de su argumento. Pido a quienes no la han visto, que confíen en este fanático cinéfilo y se “ganen” un momento en la vida, viendo esta maravilla del cine. No se van a decepcionar. Y por mi parte, además, rompo con la tradición de recomendar una película debiendo contarla. Hagamos la prueba.
La película destaca toda pero además son muchas las escenas que a su vez destacan en lo particular. Claroscuros, arquitectura portentosa y pasajes lúgubres y maravillosos a la vez de las calles de Viena (foto, que incluye las manos de Welles emergiendo de una boca de cloaca) pueden verse casi en todo momento. La de la exhumación de Joseph Harbin, en el cementerio con antorchas es impecable.
Escenas con comicidad, como cuando Paine exhibe diapositivas relacionadas con la investigación y muestra, por error, el dibujo de un rinoceronte. Escenas que rozan lo grotesco y destilan genialidad a la vez, tal como cuando la policía espera por la noche, la llegada de Harry Lime en las calles nebulosas y sombrías y aparece en su lugar un viejo vendedor de globos, tambaleante, con galera y bastón o cuando Holly Martins, en una de sus huidas, se introduce en una habitación y cree escuchar una voz humana, descubriendo al encender la luz, que se trataba de una cacatúa (que para colmo lo muerde).
Se dijo que la aparición de Welles en la oscura calle cuando la luz de una ventana le da directo en el rostro fue la mejor aparición de un personaje en la historia del cine (foto). Tendríamos que ver mucho cine para formular esa consideración. Pero sí es realmente alucinante.
La escena del niño con esa expresión y esa cara tan extrañas, comunicando a un grupo de personas que Martins había matado al portero es también casi surrealista.
Las sombras durante toda la películas son también protagonistas, pues se proyectan tanto de lugares como de personas (Lime huyendo de Martins a la carrera y solo se ve correr a la sombra) y la persecución en las cloacas es realmente imponente, e incluye las maravillosas escenas de las voces que salían de todas partes y la iluminación repentina a Harry en uno de los tantos túneles (foto). Ni siquiera puede considerarse tediosa la caminata final de Anna al salir del cementerio (foto), por la infinita calle en perspectiva digna de Andrea Mategna.
Y no podemos olvidar a Anton Karas, el tañedor de cítara, que hace que su música durante todo el film sea también un personaje más.
La verdad sea dicha, me gustaría seguir escribiendo y comentando escenas. Pero tengo que dejar de hacerlo pues decidí ver nuevamente la película "El tercer hombre".
Edgardo Salatino

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